La sabana. Kilómetros de sol y nada.
Niños. Pequeños niños. Muy pequeños. Solos. Sentados
en medio del sol y la nada. Acordonados.
Un llanto en miles de gargantas huérfanas. Un
aullido entre los matojos y el cielo.
Niños. Niños pequeños. Cercados por hombres anónimos
de acero, escondidos en burbujas y sin rostro.
Aquel joven gritó: ¡Asesinos! Un grito apagado por
miles de aullidos de llanto.
Nadie vio los labios moviéndose sobre un fondo
lívido.
Lo peor de la Naturaleza: el animal humano
ResponderEliminarQuien protegerá al mundo del ser más dañino......el único ser que es capaz de acabar con su especie......gritos de silencio de los que nadie se hace eco....lo escuchas ...los escuchamos...pero nadie.......les presta atención.....el desgarro de viajar por mundos donde las miradas son tan limpias que les envidio .......
ResponderEliminarBesos.
¡Medre mía cómo duelen hoy tus letras! Faltan las palabras ante tanto dolor de los seres más indefensos.... Se llueve la mirada y el corazón se desgarra.
ResponderEliminarBesos y besos de hada,mi querido Miguel.
Kilómetros de dolor inmenso...
ResponderEliminarBesos
Queridísimas
ResponderEliminarNoite, la naturaleza es muy dura...
Hada, tiene que protegerse a sí misma, Besos!
Lucía, sip, es tan difícil controlar el dolor y que ese dolor no te desdoble...
Quizás el único triunfo es poder seguir entero aunque con miles de pedazos pegados.
Beosos y besos mi preciosa hada.
Alma, uf, son esos días que no queda otra que vomitarlo. Besos montones. A ver si al fin puedo comunicarme como siempre. No se puede volver pero no tiene nada que ver con dejar.
Horror!!!! Que crueldad para esos niñitos de Dios!
ResponderEliminarUn gusto nocer tu blog, te espero por el mío
sdos.